domingo, 24 de febrero de 2013

Recuerdos del Hospital


Buenos días: hoy me he acordado del valor tranquilizador de la Confesión. Tranquilizador y terapéutico. Recordé a un compañero del hospital, grandísimo cirujano que padecía neumotorax espontáneos de repetición al que le aconsejaron operarse. Fui a verle a la habitación el día antes de la intervención. Los médicos por lo general somos malos pacientes. Este, particularmente es un hombre nervioso en tensión permanente;con cierto grado de ansiedad. Estuvimos bastante tiempo hablando de todo. De sus hijas, de nuestro muchos pacientes comunes, de su vida. De su complicada vida. De mi familia, de mi trabajo, de nuestros respectivos Servicios. Todo con gran confianza. Por supuesto que hablamos de la operación del día siguiente. Le aterraba pensar en ello. Yo sabía que su madre, una señora profundamente católica practicante, estaba a punto de llegar a estar el resto del día con su hijo. Entonces fue cuando comencé a hablarle de la conveniencia de que hiciera una buena Confesión. Después de un buen rato de tratar de convencerlo accedió y me encargó que avisara un capellán en concreto de los cinco o seis que había entonces en el hospital. El día de la operación subí muy temprano a verle antes de que lo llevarán al quirófano. ¿Qué tal has dormido? Me contesto de forma muy serenay casi sorprendido: "¡Muy bien!, Estoy estupendamente, hacía muchos años que no había dormido de un tirón, tan bien y sin necesidad de ningún ansiolitico ni ningún hipnótico".

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